Por: Rafael David Nieto Bello - Estudiante de Ciencia Política, Historia y opción en Filosofía

     Discutiendo y tertuliando con amigos y conocidos, todos ellos compañeros y compañeras de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes, habitualmente repasamos por temáticas nacionales, internacionales, filosóficas, deportivas, chismes e irrelevancias, como cualquier estudiante normal de nuestras carreras. No obstante ha sido una constante en la vida de mis círculos sociales, la discusión sobre nuestra formación académica, que a la final es nuestro gran cuestión en común. Hemos llegado a acalorados debates en los que se discute que bonito (o que feo en dados casos) fuera que existiera un nuevo departamento de Sociología en la Facultad.

 Es rumor de pasillo desde hace varios meses, que en la cúpula administrativa de la Facultad se ha discutido este tema, pero que sin embargo la oposición ha sido tan notable que ni siquiera el debate ha sido abierto a los estudiantes. Resulta indignante que en una facultad de sociales, aquellos grandes debates se lleven a puertas cerradas, de formas herméticas, que no permiten ni siquiera la socialización (quizá para ellos ‘vulgarización’) de una propuesta de tan alto calibre y que por supuesto nos compete a todos.

    La Facultad de Ciencias Sociales nuestra, que tiende a caminar al ritmo de los cantares de las universidades gringas, tiene unos enfoques que deprecian, esconden o inutilizan la Teoría–. Ciencia Política tiene un área de Teoría Política que es opcional y de la que muchos pretenden prescindir ignorando que su realidad medida en daticos y regresiones tiene un bagaje teórico y simbólico al 100%. Antropología enfatiza en la producción de arqueólogos en detrimento de la antropología social estigmatizada por ‘indigenista’ e improductiva. Lenguajes y Estudios Socioculturales, aunque es fuerte en teoría lingüística y cultural, prioriza enfoques posmodernos sobre otros mas materiales, cerrando el océano de conocimiento a ciertos temas definidos y limitados. Psicología pretende producir profesionales útiles a los sectores productivos cuya formación behaviorista (conductista) tienda a no tener en cuenta la historia personal de los sujetos, no tienen en cuenta el psicoanálisis por seudocientífico y metafísico (no les es rentable) y se enfocan en las terapias de estímulo-respuesta muy propias del trabajo cuasiveterinario. Historia se concentra en temas coloniales generalmente, relega y deja de lado temáticas globales del tiempo presente, viendo pocas clases del tema, aparte que la formación teórica del historiador se confunde con la formación historiográfica siendo estas dos cosas muy distintas. Filosofía cuenta con una diversidad bellísima de aproximaciones pero en ocasiones peca por el exceso de filosofía lógica analítica, y su abstracción y mandarinismo intelectual con respecto a problemas sociales concretos sobre los que se debe incidir.

     Fijémonos en estos problemas que pretendo abordar de forma respetuosa pero crítica. La cuestión común a todos ellos es la real ausencia de teoría, pero sobre todo de Teoría Social. Los compañeros somos todos unos ‘socios’ que estudiamos la Sociedad pero sin Teoría Social. ¿no existe acaso una contradicción absurda en la anterior afirmación? –Yo creo que si–, no tenemos la suficiente formación teórica-social, y eso reconociendo la gran importancia de tener un año básico común.

      Esa ausencia de Teoría Social, se debe muy seguramente a la inexistencia de un Departamento de Sociología en nuestra universidad. Ahora ¿por qué no existe? –Quizá porque hay fuertes prejuicios hacia el oficio del sociólogo y porque eso amenaza la economía de varios departamentos–.  Creen en que los sociólogos serán los terroristas que tirarán los sparkies u ositos de felpa en las marchas del primero de mayo, los mamertos comunistas, terroristas de ‘la Far’; sin darse cuenta a qué estamos llegando y qué estamos perdiendo (o dejando de ganar) en ausencia de una sociología uniandina.

       La Facultad de Sociales no es la más productiva en términos de maximización de capital, puesto que mientras ‘ellos’ ingenian máquinas, manejan finanzas, defienden empresas en tribunales o construyen edificios, nosotros estudiamos las instituciones, asesoramos, hacemos crítica, recordamos el pasado, damos voz a quien no la tiene, pretendemos mejorar en algo esa parte de la sociedad en la que nos embarcamos para estudiar

    Invito a todos, estudiantes, profesores, investigadores, administrativos, y los que hayan tenido la oportunidad de tomarse un poco de su tiempo para leer este artículo para efectivamente abrir un gran debate que nos concierne fundamentalmente. Mas allá de respaldar explícitamente un proyecto para el futuro de muchos más, quiero que se incite a la reflexión porque a la final: ¿qué tan sociales son nuestros temas como para que pasemos por alto la iluminada tradición de la teoría social y partamos de supuestos y/o daticos empíricos sin un análisis más profundo sobre los conceptos y los marcos teóricos para ver el mundo de lo social sea desde su política, historia, individuos, prácticas, conductas, comunicación, cultura, etc.? 

 ¡Ábrase el debate, por favor!