Entrevista María Fernanda Vence

María Fernanda Vence: Psicóloga, profesora asociada a la Universidad de los Andes. Actualmente cursa un Master en Historia

 

La Parada : En el artículo del libro Políticas antidroga en Colombia: éxitos, fracasos y extravíos, del cual eres coautora, se plantea el problema de las drogas como drama ¿A qué te refieres con esto y cuál es el contexto en el que se enmarca?

Maria Fernanda Vence: Básicamente, la gente tiene unas percepciones muy particulares y una cultura general específica sobre el adicto. Este es visto como alguien incapaz, que se provocó lo que le pasa, alguien que no merece otra cosa que el desprecio. Además, se tiene la idea de que el adicto está en la calle, debajo de los puentes y en el Bronx cuando la mayoría de los adictos aún pueden ser funcionales. Es ver el drama que es ser adicto en esta sociedad.

LP: ¿Cuáles han sido las políticas del gobierno colombiano enfocadas en la demanda de la droga?

MFV: Para empezar debemos hablar de la política mundial al respecto. Cuando se da la famosa “Guerra contra las drogas” se contempla el paradigma de controlar la oferta y no la demanda; es quitarle la sustancia al consumidor. Todo esto hizo que fuéramos protagonistas y victimarios donde éramos percibidos como los que dañábamos a “pobres gringos que solo toman leche”. Hemos llegado al punto  donde ponemos la guerra y ellos ponen la fiesta. Así, podemos ver cómo las estadísticas muestran que muere más gente en el mundo por la guerra del narcotráfico que por sobredosis. Por esto, dicho paradigma se ha venido cuestionando trayendo el enfoque de la demanda, que implica la prevención y el tratamiento.

Por otro lado, la prevención es una tarea llena de dificultades. Para empezar, se creía que prevenir era informar y no es así. Podríamos preguntarle a cualquier persona sobre las formas de infección de VIH y probablemente la mayoría lo sabe; pero si les pregunto si ellos utilizan el condón la cuestión puede ser bien distinta. La información por sí sola no produce cambio. Además, la información siempre ha estado ligada a la prohibición como ejercicio de control social de la conducta. Por esto, la información tiene la finalidad de evitar el consumo, no decirle al consumidor que se haga el menor daño posible. No se han logrado estudios y claridades sobre la prevención. Este es un tema que aún está muy crudo.

LP: Dentro de los modelos de prevención se menciona el epidemiológico que  plantea  el manejo de factores riesgo asociados al consumo. Entre estos se tratan temas del individuo como la ansiedad o la autoestima y, en temas sociales, se mencionan condiciones familiares y la presión social. Entonces, ¿podrían estos modelos de prevención llegar a estigmatizar ciertas formas o condiciones de vida de los individuos?

MFV: El trabajo fue el de hacer una evaluación de las diferentes prácticas que se han realizado para prevenir y rehabilitar y, de esta forma, presentar un estado del arte sobre las políticas más exitosas. En este sentido, los factores de riesgo y protección han sido algunos de los elementos que han ayudado a entender ciertas poblaciones para saber cómo abordarlos y manejarlos, ya que pueden influir fuertemente en el consumo. Sin embargo, estos no son en blanco y negro; no buscan decir que son los únicos factores que determinan a un consumidor.

La pregunta es importante ya que, aunque no se puede negar que hay circunstancias que pueden tener mayor influencia al momento de tomar ese tipo de decisiones, estas han creado estigmatizaciones. Por ejemplo, la creencia de que la persona que consume es alguien que ha tenido muchos problemas, como una vida difícil llena de sufrimientos, ha sido desmentida por la experiencia empírica. El consumo muchas veces se da también por diversión y gusto. En este sentido, la utilidad de los factores recae en el conocimiento que transmiten y facilita la creación de políticas públicas.

LP: Santos ha sido uno de los presidentes que ha buscado cambiar el paradigma de las drogas, ¿qué tanto crees que esto se ha reflejado en la formulación de políticas públicas frente al consumo y el tratamiento?

MFV: Se ha planteado un cambio que no es una iniciativa de Santos pero que si la comparte. Las primeras reflexiones al respecto fueron presentadas por los expresidentes Cesar Gaviria (Colombia), Ernesto Zedillo (México) y Fernando Cardoso (Brasil). Los expresidentes señalan  que “La guerra contra las drogas” no funciona por dos aspectos fundamentales: la guerra en los países productores se recrudece mientras que el consumo aumenta. En este sentido, el aporte de  Santos ha sido cuestionar la percepción de Colombia en el mundo. De acuerdo a esto, se cuestiona la corresponsabilidad de los países consumidores frente al problema, en cuanto no recae únicamente en los países productores, es decir, se pregunta qué han hecho estos países para disminuir la demanda.

En relación con la situación de Colombia, nos damos cuenta de que nuestro país no se ha pensado como consumidor sino solo como productor lo cual es bastante problemático. El país tiene altos índices de consumo gracias a los bajos precios. Según la Comunidad Andina de Naciones (CAN), Colombia es el país que más riesgo tiene en aumentar el consumo de drogas sintéticas en América Latina. Hay mucha experimentación y poca información.

El único avance que se puede notar es la reglamentación de la dosis personal, la cual permite generar una identidad diferente del consumidor frente a la ley. En nuestro país, el consumidor no es un criminal, se asume más como un problema de salud pública que como un tema de seguridad. En este sentido, considero que Petro ha realizado más avances que el Estado mismo, en cuanto a la prevención, al tratamiento y al cambio de perspectiva del consumidor.

LP: ¿Qué relación existe entre la dosis mínima y el consumo, la prevención y el tratamiento de consumidores?

MFV: La dosis personal está estigmatizada por un amplio sector de la población en tanto se considera al consumidor un “sin vergüenza” que se cree con el derecho a consumir lo que quiera, aunque la ley diga lo contrario. En Colombia, la dosis personal no pretende tener consecuencias en el consumo, ya que solo determina que el consumidor no es un criminal, el criminal es el productor o el vendedor.

Hay factores que influyen más en el aumento del consumo que no están relacionados con la dosis personal, y la prohibición tampoco ha sido la respuesta. Esta genera más inquietud frente al quebrantamiento de la ley. La discusión, a mi parecer, no debe definirse en si las sustancias deben prohibirse o no; la prevención debe darse desde el autocontrol del consumo, parafraseando al abogado José L. Díez Ripólles “no debería haber sustancias controladas, sino personas controladas“.  

Por lo tanto, algo que sería fundamental es enseñar a tener autocontrol desde pequeños. En general, seguimos culpando a las drogas de lo que pasa, como culpar al cuchillo de asesinar, cuando el problema no es el cuchillo, no es la cosa, es la conducta lo que lo hace bueno o malo. Es en el control en lo que se debe trabajar, ese es el dilema.

LP: ¿Cuál es su perspectiva frente al tratamiento en Colombia? ¿Quiénes lo hacen y cuáles son las consecuencias?

MFV: En Colombia hay un problema muy grande frente al tratamiento. A pesar de estar reglamentado por el Estado no se cumple. Por ejemplo, se puede construir un centro con 4 camas y ya. No hay manera de regular ni definir qué centro es bueno o no. Se pueden identificar por lo menos  cuatro tipos de centros: los cristianos, las comunidades terapéuticas, los que se basan en los doce pasos de alcohólicos anónimos y los eclípticos que trabajan con teorías psicológicas como la Logoterapia y el Análisis Existencial del famoso psiquiatra Victor Frankl, para dar un ejemplo. En Colombia no hay límites al respecto y, además, los precios son bastante altos, por lo tanto el paciente está a merced de la oferta. Se necesita regulación estatal.