La pastilla de la felicidad: psicofármacos y su relación con la psiquiatría

La cultura actual es cada día más consciente de la salud mental, a tal punto que se ha llamado una psicología “del sentido común”(Gergen, 1996). Se ha popularizado tanto el saber que, si alguien cercano o nosotros mismos llevamos tristes algunos días, es casi inmediato que nos digan que tenemos un episodio depresivo y debamos ir donde un psiquiatra o psicólogo para sentirnos mejor. Cuando se cumplen una serie de criterios, el psicólogo muchas veces decide remitir a a su paciente, con las mejores intenciones, a su psiquiatra, quien evalúa el diagnóstico y decide el tratamiento farmacológico que ayudará, en conjunto con la psicoterapia, a superar la problemática. Sin embargo, ¿son igualmente comunes los riesgos que implican los fármacos frente al conocimiento generalizado sobre qué hacer cuando se está triste? ¿Se ha popularizado de la misma manera la relación psiquiátrica con las industrias farmacéuticas?

En el ámbito de la psicología, los psicofármacos se entienden como las sustancias externas que, cuando se consumen, afectan o modifican los procesos mentales. En este sentido, conviene diferenciar las drogas recreacionales comúnmente consumidas por la población (marihuana, LSD, éxtasis, entre otros) de aquellas que son prescritas a las personas por psiquiatras con el fin de aliviar síntomas producto de algún “trastorno mental” (Prozac, Zoloft, Seroquel, o Lamictal). Momentos de depresión o de ansiedad son muchas veces la razón por la cual acudimos a los “expertos” psicólogos o psiquiatras, quienes desde su saber remiten al paciente con un diagnóstico de algún trastorno mental; lo tratan con “pastillas de la felicidad”. Probablemente el lector haya escuchado de este escenario antes, ya sea porque conoce a alguna persona con un trastorno, porque en su familia hay historia de padecerlos, o porque incluso él mismo va al psiquiatra y toma medicamentos por su “condición”.

A propósito, desde la disciplina psicológica están exponiendo cada vez más los efectos de la lógica poder-saber-verdad foucaultiana en la relación entre psiquiatras, compañías farmacéuticas y personas que acuden a este servicio (pacientes). ¿De dónde viene el conocimiento de estos psiquiatras? Las compañías farmacéuticas tienen, desde hace más de 20 años, una relación estrecha con los médicos. Algunos psiquiatras asisten varias veces al año a conferencias y simposios sobre trastornos y salud mental patrocinados por la industria farmacéutica. Adicionalmente, los representantes de estas farmacéuticas visitan a los psiquiatras, varias veces, para promocionar los medicamentos que “mejor funcionan” y en una dinámica de competencia por el mercado. Por otro lado, son las compañías farmacéuticas las que, en muchos casos, escriben y publican estudios (“artículos fantasma”), pero piden a los psiquiatras su nombre y su autoría para que parezcan legítimos dentro de la academia (Warner, 2009). Por ejemplo, un psiquiatra en una prestigiosa universidad de EEUU recibió 1.2 millones de dólares en 1 año por parte de una farmacéutica para que firmara las investigaciones de ésta a favor de un medicamento para un trastorno específico.

Resulta muy fácil ir a que nos “curen” nuestros pesares del alma en el psiquiatra, pero, ¿realmente podemos confiar en el conocimiento que éste tiene sobre el medicamento que nos prescribe para sentirnos mejor? Ojalá el lector recuerde que, si bien temporalmente puede sentirse bien, la industria farmacéutica también es un aparato de poder y dominación.

Por: Valeria Reyes Naranjo

18/03/2013

Referencias

Gergen, K. (1996) Las consecuencias culturales del discurso del déficit. Recuperado de: http://www.swarthmore.edu/Documents/academics/psychology/kgergen1/las_consequencias.pdf

Warner, R. (2009).  Ethical Problems in the Relationship of psychiatry to the Pharmaceutical Industry.Journal of Ethics in Mental Health, 4, 1-3.