Safari por el Psico-trópico

 

Y qué importa cómo luces, qué importa tu ropa, tu “estilo”, tu tono de voz y lo que sea que eso represente en el contexto social. No, en este contexto, en mí contexto, eso ya no importa.
Lo importante es que compartimos este momento, tienes mi atención y yo tengo la tuya. Lo importante es lo que sentimos en conjunto, fundiéndonos el uno con el otro como gotas de tinta explorando un vaso de agua.
En este momento, mirando al fuego, danzando con él, la corporalidad se difumina, mis límites se expanden más allá de mis poros, para fundirse con la totalidad, con el uno primordial.
En una especie de juego infantil reímos y sonreímos sin saber por qué (¿acaso se necesita un por qué para reír?), siento como si fuéramos espíritus puros nadando en un vasto océano lleno de otros espíritus.

Me paro, contemplo los árboles, el agua, la brisa, comprendo que en realidad absolutamente todo lo que me rodea está vivo y lleno de energía, energía de la que yo mismo estoy compuesto. La siento dentro de mí, como un río caudaloso queriendo romper mis límites corporales. Trato de impedírselo moviéndome, danzando con ella, pero a veces es simplemente demasiada.

Ahora siento una levedad muy extraña y deliciosa, toda mi energía interior quiere escapar, alguien me jala desde arriba, pero no jala mi cuerpo, jala mi vida (¿mi alma?).

Junto con todos estos sentimientos que si quiera apenas alcanzo a esbozar (ya que son infinitamente más vastos que estas palabras, las cuales sirven únicamente para limitarlos y determinarlos, para hacerlos “inteligibles”) viene una gran euforia, manifiesta principalmente en la energía de la que les hablaba unas palabras antes. Es una euforia desinteresada e incondicional, es simplemente la felicidad de estar vivo, de contemplar lo hermosa que es la vida y lo hermoso que es poder compartirla con otros seres vivos.
Esta euforia no necesita ego, por el contrario, se alcanza cuando logro desprenderme por un rato de este fastidioso compañero; cuando quito mis barreras, mis muros, y dejo al descubierto mi núcleo, la parte más vulnerable de mi ser. Lo imagino como un fruto, escondido dentro de muchas capas exteriores, suave, blando y húmedo quizás.

Para llegar a esta euforia es necesario olvidarlo todo, hay que vivir el presente en su máxima expresión, expandir tu ser en cada momento, en cada vibración, y morir junto con ella, para nacer de nuevo en la siguiente.