El Poder (In)visible

Por: Laura Natalia Valbuena Peña - Estudiante de Lenguajes y Estudios Socioculturales

“Dime qué instituciones te gobiernan y te diré quién eres”

Cuando se piensa en un individuo, en tanto subjetividad e identidad, es imposible hacerlo de forma aislada, pues éste se construye en un lugar y espacio determinados. Estos últimos, generalmente, están mediados por múltiples instituciones sociales que rigen normas y relaciones en torno a un supuesto interés social básico. Es decir, las instituciones sociales  crean sujetos con características y puntos de enunciación particulares; por ejemplo, las instituciones religiosas construyeron sistemas políticos y culturales en su totalidad a lo largo de la historia. Si se piensa en un caso particular, como Colombia, será posible observar cómo se ha construido todo un sistema de representación y significación a partir de lo religioso, que aún rige en la actualidad a pesar de ser un Estado laico.

 

En la mayor parte de la historia colombiana, la religión jugó un papel sumamente importante, no sólo en cuanto a lo espiritual y moral, sino como institución política, educativa e incluso económica. Actualmente, ese papel sigue siendo importante, pero no explícito: el Estado y la Iglesia se separaron, y el control religioso (directo) sobre la educación es mínimo. Sin embargo, los sujetos siguen funcionando bajo una lógica “confesionalista”, que no fue impuesta de forma agresiva como tal, sino que fue heredada. En otras palabras la sociedad colombiana opera de forma inconsciente bajo una lógica ligada a la religión, principalmente a la católica, pues existen ciertas prácticas culturales, que la legitiman y promueven. Por ejemplo, la celebración de días festivos que representan días de “santos”; y no sólo eso, en el lenguaje abundan expresiones que aluden a lo religioso, y esto incorpora la religión de forma constante a la vida cotidiana.

Durante los últimos años, Colombia ha pasado por un proceso de “secularización” muy peculiar, pues se ha visto un incremento de “creyentes no practicantes” y  se ha generado una separación entre los sujetos y la institución concreta. Sin embargo, los valores de ésta siguen primando. Es decir, el índice de asistentes al culto en sí ha disminuido; no obstante, lo que el culto representa se ha desplazado a otros ámbitos. Incluso, se podría decir que surgieron nuevos cultos que van desde la adoración de imágenes, objetos y sujetos (no necesariamente religiosos), hasta el refuerzo de la conducta acorde al modelo eclesiástico, entre otros.

La religión es un poder invisible que atraviesa la sociedad colombiana de forma transversal, pasando desde las normas sociales y morales, hasta las leyes jurídicas. Pensar en la religión no es sólo pensar en lo espiritual, es pensar en una compleja red de significados que construyen sujetos y realidades.  Esta es una institución, pues se ha encargado de mediar las relaciones sociales; no obstante, hay que pensar si lo hace realmente con el fin de satisfacer necesidades básicas comunes. O por el contrario, saber si la religión se presenta como respuesta a las preguntas que esta misma fórmula.