Por: Sarah Biez - Estudiante de intercambio de Ciencia Política

El  domingo 16 de febrero, al final del culto de enseñanzas en la Iglesia de las ferias[1], el pastor Cardozo invita como siempre a los nuevos venidos a recibir profecías. También, éste invita a los fieles a una pequeña fiesta de integración de la Iglesia que tiene lugar al frente de esta. Al salir, como de costumbre, la gente charla y se reúne en medio de la carretera. Todo está muy animado. Al otro lado de la carretera, en la entrada de lo que parece ser un parqueadero, habían colocado una banderola en la cual se podía leer “FIESTA DE INTEGRACIÓN DE LA IGLESIA  "MIRAISTA", para defender nuestra dignidad”.

No hubo tiempo muerto en el intervalo entre la salida de la Iglesia y la invitación de los partidistas a la fiesta. Gente con camisetas del movimiento político MIRA estaba acogiendo a los fieles, regalando folletos, invitándole a participar a una rifa o a comer lechona. En la pared habían colocado afiches y carteles enseñando cómo votar, o con eslóganes tal como “reporta tus referidos" o “Yo asumo el reto". Desde este momento, entendí que no se trataba de una fiesta religiosa sino política,  en víspera de las elecciones legislativas del 9 de marzo.

Habían dispuesto sillas que enfrentaban un pequeño escenario donde un joven estaba tocando y cantando canciones, a menudo reemplazando palabras de las letras por “MIRA”. Trataban de alcanzar a un amplio rango de gente, cantando desde reggaetón hasta baladas y vallenatos. El ambiente era festivo y jovial; personas con camisetas del movimiento estaban vendiendo cupcakes con una pequeña bandera del MIRA encima. Igualmente, la gente compraba lechona o comía en el asadero ubicado en el mismo lugar: parecía una verdadera “fête de quartier” francesa  (fiesta de barrio) donde los vecinos se reúnen para hacer un asado, charlar y comer juntos con música y con los niños jugando alrededor. Las familias estaban reunidas cantando y bailando: ¡se podía sentir la emoción y la alegría de estar presentes! Los dos animadores hacían rifas para regalar camisetas del partido y enseñaban al público como tenían que votar el 9 de marzo (funcionamiento de la lista abierta o cerrada), tomando el ejemplo del MIRA y del candidato del barrio (el 109 Mauricio Fernández).

Los presentes incentivaban a sus familiares y amigos a votar, y a buscar votos, por el MIRA. Partidistas con signos visibles del partido nos regalaban esferos con la imagen de su propio logo. Luego, entre dos canciones destacando el crecimiento del partido y la salida del mismo de la oscuridad, el candidato Mauricio Fernández intervenía tratando de convencer al público de votar por él. En seguida, el pastor (concejal de Bogotá) empezó a hablar con el fin de persuadir a los fieles para que apoyaran el movimiento, usando expresiones tales como: “MIRA en el corazón de los colombianos”, “la voluntad de Dios […] va a mostrar qué es la verdadera democracia”, reutilizando el concepto de “firmeza” que usó durante el mensaje religioso previo, señalando que hay que luchar, todos, según los puestos que ocupamos y lo que dios nos ha ofrecido.

Con esas aserciones, el límite entre ambos conceptos de religión y política se vuelve cada vez más difuso.  Siento que los líderes del movimiento y de la Iglesia se burlaban y jugaban con las emociones, las creencias y la fe de los fieles. De esta forma, no me parece justo aprovechar la confianza y  la convicción de la gente en sus creencias religiosas para servir fines políticos. Como lo desarrolló Napoleón Bonaparte, “Hay cuatro cosas que ponen al hombre en acción: interés, amor, miedo y fe”. Usar estrategias enfocadas en alcanzar a las personas en uno de esos cuatro sentimientos me parece mezquino. Además, la fe, que desde afuera parece ser el más fuerte de esos sentimientos (y también el más frágil, al ser algo tremendamente abstracto), se revela muy fácilmente controlable y dominable; sobre todo cuando lo hacen los mismos que la incentivan, los mismos que tienen un papel trascendente y significativo en la Iglesia. Opino que los líderes del movimiento deberían dejar más claro lo que pertenece a cada ámbito, ya sea religioso o político. Creo que la fe es comparable al amor, a veces es cegador y deslumbrante. Cuando las cosas son confusas, las personas pueden agarrarse a lo que conocen o a lo que les da tranquilidad (por ejemplo al pastor, símbolo de la Iglesia), y pasan a creer o hacer cualquier cosa sin una reflexión previa. Sin distinción alguna del estrato o del nivel de educación de la gente, la fe es algo inherente a la persona y si ese sentimiento está muy desarrollado y fuerte, es algo tan poderoso que puede a veces “engañar” al creyente. Por eso me parece una falta de respeto total aprovecharse de eso para “manipular” a los fieles.



[1] Relativamente al trabajo de investigación de una clase de ciencias políticas, tuve que observar si encontraba injerencias de la religión en la política e viceversa. Mi sujeto fue el movimiento político MIRA y la Iglesia de Dios ministerial de Jesucristo internacional.