El beso de los invisibles

Un trayecto de bus, el mismo de todos los días camino al centro. Fuera de la ventana siempre hay cosas pequeñas que vale la pena ver, pero me sobresalto cuando atravieso la calle 26 por la carrera 13. Todos los días me sorprende, e incluso, hay días que escojo la ventana de la derecha del bus para poder verlo. Un beso de diez pisos y de mil colores. De quién sabe cuántas latas de pintura y cuántas horas de trabajo. Son dos personas. No importa que muchos de los peatones, al encontrárselos en carne y hueso, vean una mancha oscura de la que se tienen que cuidar. En fin, es arte que no necesita la etiqueta de una galería y que, mejor aún, está al alcance de todos.

Nota: para unos la inversión del distrito en el mural fue oportunismo político en las épocas de la intervención de Petro en el Bronx, ¿y qué si fue eso? ¿no vale la pena, acaso, que se le invierta al arte en nuestra ciudad gris?